Se hizo la hora y entonces tuve q bajar a buscar a mi abuela para acompañarla a la rambla a ver la pasada de la comitiva de Bush y de su mismísimo ser. Todo le rememoraba alegremente a viejas y jóvenes épocas. Las sirenas, las motos q te pasan cerca, la gente y la expectativa. Un momento poco usual y divertido.
Nunca había visto tan palpable como hoy el comportamiento típico de una pequeña comarca. El silencio furtivo de la gente q se había arrimado a los cordones q bordean la rambla era algo espectacular de observar, tomando en cuenta la especie q se dió cita hace un rato. No se sabía bien por q carril venían, entonces las personas (menos mi abuela y yo q simplemente nos arreglamos girando nuestros cuerpos), desde el cantero del medio y hacia las veredas, iba corriendo de una lado al otro según pareciera a la distancia, allá por Kibón. Así q bueno, después de q pasaron algunas motos a no más de 20 cm de nuestros cuerpitos insignificantes, mientras gritaban por altoparlante para q nadie pisara la calle, se vino la ola de autos largos. Y ta, pasó el loco, así, invisible en el auto blindado con las banderitas adelante.
Ni lo vio má ni lo vio abuela... pero yo lo ví... hasta creo haberlo visto a los ojos... y le pregunté si nos iban a invadir algún día... no escuché bien la respuesta porq pasó la moto justito ahí.
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