domingo

del qué se piensa...

El marxismo, nosotros y la imagen

Carlos Maggi

La frase "La imagen es el programa" la dijo Jacques Derrida.

El hombre bueno al cual me refiero es José Mujica. A quien no conozco personalmente ni por lo que dice, que nunca es la expresión definida de un programa. Nadie sabe a ciencia cierta cuales son las ideas de Mujica. Fue un marxista radical, después de haber sido blanco. Nada indica que haya dejado de ser un radical, está colocado entre ellos.

También es cierto que el socialismo científico se creía científico y no era científico; la tecnología lo demostró. Para los marxistas convencidos, ese detalle no importa. Pero importa mucho.

Carlos Marx creyó que la convivencia entre los hombres dependía de las cosas; era una creencia, y sobre ella edificó una doctrina política y una filosofía de lucha. Pero resultó que no. El materialismo histórico no hace la Historia. Son los hombres pensantes los que son capaces de crear la tecnología y los modos de convivir. Marx es un ejemplo, y su error fue creer que la revolución industrial era inmutable.

Las máquinas repetitivas creaban más bienes y levantaron el nivel de vida de Occidente. Pero en ese cambio enorme, resultó que los obreros que manejaban las máquinas perdieron la propiedad de sus obras.

Un artesano hace algo y ese producto le pertenece. Un obrero trabaja horas y horas y la producción es propiedad del dueño de la fábrica. El obrero enajena su tiempo, su vida, y queda pendiente de un salario mezquino, piensa Marx.

Había una clase que se llevaba la utilidad y otra que quedaba esclavizada.

Marx lo vio mejor y antes que nadie; y obnubilado por la teoría de la evolución de Carlos Darwin, propuso la lucha de clases.

A tal grado sintió Marx la deuda que su doctrina tenía con "La evolución de las especies" (1839) y su idea fundamental "the struggle of life" ("la lucha por la vida") que le pidió autorización a Darwin para dedicarle el libro más importante que había escrito: "El capital" (1857). Los dos vivían en Londres y leían en la misma Biblioteca Nacional; pero el inglés, un hombre pacífico, declinó amablemente, el honor que le ofrecían.

Marx propuso la pelea perpetua contra los burgueses capitalistas. Obreros contra patrones, "acción directa".

La Humanidad y su capacidad creadora demostraron que no todo era tan mecánico.

Así fue que se produjo un segundo salto tecnológico: la revolución electrónica, que es el signo de nuestra época.

La infraestructura económica (las cosas) determinan la super-estructura (la realidad cultural) dijo Marx; y tontamente, los economistas posteriores a él, marxistas y antimarxistas, creyeron y siguen creyendo que los problemas de la miseria son problemas económicos y no culturales.

Miran las consecuencias en vez de observar las causas de la indigencia. El que no sabe es como el que no ve; y son muchos los que no saben.

La aberración de los economistas nubló la vista hasta la llegada de la Web, un ámbito donde el dinero importa menos que la concurrencia. La visita de millones de navegantes a un sitio, hace el valor del sitio. Nada de esto pudo concebir Marx que sólo conoció bienes escasos codiciados (Adam Smith).

En el ciberespacio no se concibe la rebatiña por dinero, porque todo sobra en cantidad y cuanto más se usa, más hay. En Internet nada se destruye, todo se multiplica. Por eso resulta tan mezquina la codicia por los derechos de autor que agitan los editores de textos, de música, de audiovisuales, confrontando con el derecho universal a la información y la formación de las personas; que es la primera prioridad humana: educar a todos para que no haya infelices.

Desde la noche de los tiempos se procura formar a toda la gente y cuando se logra ese talismán, que supera lo imposible, surgen los intereses corporativos de un grupito.

La humanidad consiguió establecer un ámbito donde la producción, la distribución y el consumo de los bienes culturales se conviertan en un servicio universal y gratuito. A lo largo de pocos siglos, las oportunidades de saber y la franquía de ser quien se es, será lo normal en el planeta. La Web crece a una velocidad diez veces mayor que el mundo tangible. Nada podrán imponer los átomos a los bites.

La robótica deja sin efecto la doctrina marxista y seguramente el capitalismo. La cibernética produce sin que nadie trabaje. El valor de los bienes dejó de estar en relación directa al trabajo agregado. Hay máquinas de control numérico (CNC).

Ninguno de los elementos de la doctrina de Marx (fuertemente autoritaria y determinista) puede imponerse en Internet; una anarquía libre.

El centro último de cada uno está más allá de las leyes naturales, porque la esencia de la especie pasa por una variable oculta: la ocurrencia. Nadie puede explicar, ni el propio pensador, de dónde vienen las novedades del pensar. Afirmar que la creación y la fantasía provienen de la infraestructura económica, es una simplificación absolutamente desmentida por los hechos.

Lenin, un hombre de gran talento, le creyó a Marx y actuó en consecuencia: creó un país donde no hubo burgueses; todos los medios de producción estaban en manos del Estado y ese sistema duró más de setenta años y abarcó medio planeta y terminó en el mayor desastre que registra la Historia Universal.

La Unión Soviética se cayó sola hacia 1989 y el estruendo fue tan grande, que ya nadie (salvo algunos uruguayos muy porfiados) pudo creer en la utopía socialista y soviética.

Cuando se supo cómo había funcionado la URSS, se comprobó que era una tiranía sangrienta: que la gente vivía acosada por el Estado, que el número de muertos eliminados por razones de opinión sumaba decenas de millones.

Los creyentes en Marx sufrieron este feo choque y quedaron como a la intemperie. Por si fuera poco, China continental resultó ser el país más afiliado al neoliberalismo: execró la burocracia, privatizó 870.000 industrias del Estado; veneró la entrada de grandes inversiones fundadoras de fuentes de trabajo; hizo del costo país un requisito inapelable, se abrió al mundo y proclamó la libre competencia.

China continental, organizada sobre una base autoritaria, es un ejemplo de pragmatismo por encima de la ideología que siempre es una cáscara dura, vacía de talento. La inteligencia se caracteriza por la flexibilidad, por su velocidad en adaptarse a las nuevas circunstancias.

No es poca cosa que la mitad del mundo se haya deshecho, carcomido desde adentro por los abusos contra la libertad y la expansión brutal de la burocracia.

Pekín

Hay que leer la perestroika de Gorbachov.

El Partido Comunista del Uruguay no ha cambiado de nombre como hicieron los partidos comunistas de Europa.

El comunismo uruguayo procura mantenerse ostensiblemente fiel a la Unión Soviética. Triste papel hacerse cargo de semejante herencia.

Un hombre inteligente me hizo ver: "Dicen que los países tienen el gobierno que se merecen". Yo pienso que cada país tiene el gobierno que se le parece.

¿Habremos cambiado tanto que corremos peligro de parecernos a un satélite de la Unión Soviética, sin Unión Soviética?

¿Qué otra cosa puede proponerse el PCU unido al MPP, en la imagen de Mujica?

¿Alguien sabe qué puede suceder después de las elecciones de octubre?

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