miércoles

De profesión: pusilánimes y descreídos

POR CARLOS MAGGI
Los uruguayos no son descreídos, ni pusilánimes; los uruguayos están pusilánimes y descreídos, que es otra cosa. los franceses no podrían entenderlo, tienen un solo verbo para ser y estar. Pero media una gran diferencia entre ser enfermo y estar enfermo. Para entenderlo, piense en los primeros 30 años del siglo pasado. Pusilánime quiere decir ánimo de ratón. ¿Tenían ánimo de ratón los que hicieron la represa del Rincón del Bonete, el lago artificial más grande del continente? Costó lo mismo que cuesta ahora una central nuclear de su misma potencia y la pagaron sin ningún default. ¿Se tenían poca confianza los que hicieron el Estadio Centenario? Empezó a construirse en enero de 1930, y en junio se jugó allí el campeonato del mundo (en medio, también tuvieron tiempo para salir campeones). Venían con viento en la camiseta, de las olimpíadas del 24 y del 28. Y su vez, esos olímpicos estaban en ganadores porque habían visto crecer un país que iba en la punta del mundo. Después, de golpe, sucedió que Inglaterra perdió el imperio en la guerra 39-45 y nos dio vuelta la cara, dejó de comprarnos. No supimos qué hacer y empezó un quedarse que duró 30 años; el estancamiento quemó dos generaciones y determinó lo que fuimos los del 45. Vimos venir el tiempo feo y avisamos con mucha anticipación. Una griega preciosa, llamada Casandra, también profetizaba en vano. La gente se hizo descreída de profesión y le echó la culpa a los de afuera. Y así estamos, quedados y jugando al Gran Bonete: "Yo, señor. Sí, señor. No, señor ¿Pues quién la tiene?" La culpa la tenemos todos, por estar descreídos y pusilánimes. El velorio de don Pepe Batlle viene durando demasiado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario