Me hizo pensar y sentir que en realidad importa muy muy poco, no más allá del buen gusto, en dónde diablos coloquemos (por no decir más enterrar) los cuerpos, huesos o cenizas de nuestro seres queridos, odiados, amados, olvidades o recordados... El quid de la cuestión, del acto de tener que hacer algo con los restos de un ser humano muerto, aunque se pueda pensar que sea sólo físicamente, es en realidad la actitud. Todo en definitiva radica en la actitud frente a las cosas * La carga interna de la actitud es invisible a los ojos. Una actitud descontracturada, sana y sincera. Sólo eso.
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