Si no se utiliza un smiley, o alguna otra demostración obvia de la intención humorística del texto, es imposible crear una parodia del fundamentalismo que alguien no confunda con fundamentalismo de verdad.
Cuantos más signos de exclamación contenga un correo electrónico (o cualquier otro mensaje en internet), más posibilidades hay de que sea todo mentira. Esto también se aplica para el exceso de letras mayúsculas
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