viernes

de Gaza

La proporcionalidad es un principio capital del derecho internacional, y está basado en que cualquier acto de agresión debe tener una respuesta proporcional a éste. Como vemos no es el caso de la matanza que se está viviendo en un lugar del mundo ya de por sí trágico: la franja de Gaza. Un inefectivo ataque con cohetes caseros por parte de Hamas ha sido respondido con un bombardeo y una ofensiva terrestra contra la población al más puro estilo de la II Guerra Mundial, pero con armas del siglo XXI. Gaza está ubicada en la Autonomía Palestina, que no es un estado independiente ni una provincia de Israel, simplemente un lugar donde se aglomeran los palestinos en condiciones miserables para que los israelíes puedan arrojarles fuego de vez en cuando, y así mantener un estado de odio, furia y hostilidad entendible por parte de los palestinos. ¿Quién puede hablar de resistencia pacífica en esas condiciones? Si quedaba algún Gandhi en la Gaza acosada por Israel, hace tiempo voló por los aires en algún ataque israelí. Contrariamente a los objetivos señalados públicamente por Israel, este ataque no hace más que fortalecer a la facción extremista palestina de Hamas y debilitar a la ya endeble Fatah, la alternativa laica con la que se puede negociar una salida integral al problema. La política de Israel con respecto a los territorios palestinos que ellos ocupan tiende, especialmente desde la trágica muerte del gran Isaac Rabin por un extremista judío, a dinamitar cualquier acto de negociación y cualquier perspectiva de salida pacífica con la política del “ garrote y más garrote sin zanahoria “. Más allá de un par de gestos simbólicos (algunos enclaves ultraortodoxos desarmados en el corazón de Cisjordania, o soltar presos políticos) se alimenta sentimientos cada vez más sostenidos y ardientes de odio por parte de una población a lo menos humillada, víctima de un verdadero apartheid religioso, ocupada por una fuerza militar ajena a sus deseos, desarraigada y que ve morir a sus niños y mujeres en plena acera por aviones que no alcanzan a detener las piedras o los cohetes caseros. Veo las escenas de ayer y de hoy en Gaza y este territorio adquiere una enorme semejanza con el Gueto de Varsovia: ocupados por un ejército invasor, sin fuerzas armadas propias ni la posibilidad de ayuda militar de cualquier país para responder una agresión, cercados, con el agua cortada desde el exterior, hacinados y juntos en un lugar concreto donde el enemigo puede disparar impunemente y asegurarse que siempre habrá un sustancioso “ daño colateral ” en sus ataques. Recuerdo que el fin del gueto de Varsovia se debió a una última rebelión contra los nazis en una lucha suicida y sin posibilidad de victoria, alimentada por la desesperación y la negación a la vida inhumana llevada en sus confines. Los nazis encontraron la excusa perfecta, bombardearon y masacraron a todos en otro ejemplo perfecto de respuesta desproporcionada. Ayer publiqué una serie de fotos recientemente tomadas en las zonas afectadas por los bombardeos israelíes. Resulta notable la semejanza con aquellas de antaño . . . cuanto horror. Como judio y pacifista que soy, no puedo más que sentir angustia e indignación frente al sufrimiento provocado con ferocidad por quienes no hacen más que minar el contenido de milenarias y pacíficas enseñanzas y ver que hoy, pero desde el otro lado de la tribuna, se comentan similares atrocidades que las sufridas en el pasado. Algún día haremos monumentos, memoriales, museos y días de luto mundiales por los palestinos caídos en décadas de ocupación extranjera y martirio. Pero ahora no. Como los años ‘40 para los judíos europeos, ésta época se ve oscura y solo llena de malos presagios para un pueblo que hace décadas viene sufriendo. Me refiero al pueblo palestino. Memorial a los héroes del Gueto
Por Andrés Schuschny en Humanismo y Conectividad

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