domingo

de La red y el futuro...

Una vida en la que uno es el único responsable de sus actos es una de las más difíciles. El trabajo rutinario es una respuesta fácil, pero limita el significado de la vida a la actividad que se desarrolla. Con la ayuda del trabajo, la identidad de una persona pasa a definirse en términos prácticos. La relación de dependencia nos hace dependientes al punto de que nadie tiene que levantarse preocupado por cómo vivir cada día. Es un mundo gobernado por esta ética, trabajamos porque no sabemos qué otra cosa hacer con nuestras vidas. Trabajamos para vivir una vida que consiste en trabajar. Por esta razón el ocio es definido negativamente como el no-trabajo, y no apartir de algún atributo favorable en sí mismo. Si nuestra intensión fuera alcanzar una vida llena de significados y sentidos, una vida plenamente humana, la dualidad trabajo/ocio debería ser abandonada y el rol de las personas en la sociedad, como sujetos activos, reformulado. La verdadera función del trabajo debería ser la de dar al hombre la oportunidad de emplear y desarrollar sus facultades en plenitud, unirse a otras personas en una tarea común y ayudarlo a liberarse de su egocentrismo. Buscar sólo el ocio como una alternativa al trabajo debería ser considerado como una mala interpretación de las búsquedas que realiza el ser humano, ya que el trabajo y el ocio son partes complementarias de un mismo proceso vital, y no pueden ser separadas sin destruir a la vez el goce del trabajo y la felicidad del ocio.

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