El candidato, vestido de entrecasa (en realidad eso no me interesa ya a esta altura) y acompañado por muchos de sus amigos y por su esposa, la senadora Lucía Topolansky, una ex militante tupamara con fama de intransigente, dice que se arrepiente de los hechos violentos que protagonizó como guerrillero, aunque aclara que "la violencia, en Uruguay, fue muy justificada". Y advierte: "De lo que me tengo que arrepentir de la lucha armada es de que este pueblo se comió 16 años de dictadura y no la pudimos sacar a patadas". (Perá!... lo escuché con la misma historia mentirosa el otro día en vivo en televisión abierta!, él empezó a pegar tiros, etc., por allá en el 63-64, y resulta que la dictadura vino diez años después... que me lo explique bien!! Mentiroso. Ay Ay...)
Aun así, Mujica admite que sus 14 años de prisión cambiaron algunas de sus ideas y le hicieron pensar, por ejemplo, que "hay que pelear por los derechos humanos de los que están vivos" y que "no quiere militares viejos presos". Algunas definiciones por las que en la Argentina seguramente sería considerado cómplice de los represores.* "Me interesa la verdad, pero, ¿las sociedades se bancan eso? La Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió", señala.**
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