La cultura de la pobreza, de las tristezas, de lo malo, de lo depre. Y eso nos hizo creer que los que tienen, los ricos, es porq se lo robaron a otros. Y hasta nos robaron, dentro de sus cosas, la propia felicidad y la opción de ser. A tí, al pobre... Que de lo contrario tendrías mucho. Porque en definitiva, hay para todos...Eso se llegó a implantar en las mentes de muchos de nosotros que aqui estamos. Y nos lo creemos. Lo repartimos a otros y entre nosotros. Y por eso somos representados por líderes que piensan igual. Son los mejores alumnos de esa cultura de la pobreza engendrada, mandatada, obligada... Y a ella parece que no renunciarán salvo en su muerte. La pobreza no se irá, simplente porque no quieren que se vaya al fin.
Varias preguntas nos podríamos hacer los de abajo, ¿hay para todos por igual? ¿Cómo?, ¿es así en realidad eso que pensamos?. ¿No será sólo una cuestión de un ocioso capricho? ¿Algo sin contenido en realidad, que sirve a intereses extraños a los verdaderos intereses de la vida en comunidad? No hay respuesta, sólo ruido ensordecedor desde emblemas patrióticos y discursos animosos. Nunca, nunca están claras las posturas. Nunca se termina uno por convencer en realidad. Salvo que se haga el sordo. Cosa muy fácil, cuando uno sólo se construye así mismo mediante la técnica de la rigidez, pensándose siempre de la misma manera. Haciéndose impermeable a los cambios del afuera, de vientos, temblores, las mutaciones y procesos naturales. Radicalemente fuerte y original. Dado eso, ni un movimiento. Purísimo aguante firme. Y mantenerse lo más inmune, impávido, pensando a su vez que eso es lo mejor de nuestro ser. Su continuidad inalterable y fiel a sí misma,. Donde la duda no aguanta ni un minuto. Su ausencia absoluta es irrefutable. Hasta la muerte, allí donde no estaremos para observar cómo todo lo que encima de una cultura se construyó se desvanece en el aire.
¿Y del otro lado? La cultura del éxito, del afán de poseer, de controlar lo más posible y de Ser Alguien. Y lo tenemos, porque así nos lo hemos propuesto y nos hemos puesto a trabajar lo posible para obtenerlo y engrandecerlo. Así nos lo enseñan desde pequeños. Una prosperidad material inalcanzable hace poco. Inimaginable hace tan sólo días si se quiere. Y qué bueno que así sea también para el mundo, pensamos noblemente. Se nos llegó a implantar en la mente de muchos la cultura de la riqueza personal, de una perennemente bella y propi, tentador, materialísimo y atractivo. En muchos de nosotros lo importante es el tener para poder ser. Una regla, un rol a jugar. Con sacrificio sí, pero seguros de nosotros y esperanzados en disfrutar con creces de los resultados. Porque el intentar Ser como uno quiere Ser, es parte de la libertad. Y por eso muchos de nuestros líderes vienen de esa riqueza, porq de ella obtubvieron lo que son, como si de un objeto denso se tratara, del q emanan poderes y potestades individuales. Varias preguntas nos podríamos hacer aquellos de arriba. ¿Cómo es posible que no todos quieran esto? ¿Porqué alguien no desearía subir aquí conmigo y ser como yo teniendo lo que tengo? ¿Algo está mal con querer esto para otros? ¡Hay lugar! ¿Está mal trabajar y luchar por eso, por superarse, para tener algo mejor, que lo que tenés, que no es exactamente lo que querés, aunque en parte, pero que no podés estar sin él o ella? Entonces, ¿porqué tantos descontentos? Esa intriga, y que el ruido luminoso del poder económico hace palidecer... Se asegura que todo está bien, es cuestión de esperar su correcto y equilibrado desenlace. Es natural. Ya todos serán como nosotros, a su manera y tiempo. Mientras todo en realidad se derrumba constant
¿Y los del medio? Los que la vemos de afuera... Pensamos en que ni una cosa ni la otra es lo que queremos. Ni esa cultura ni esa sabiduría. Sólo conocemos el justo medio. Ni pobreza ni riqueza ni consumismo ni austerismo. El justo medio, un equilibro respetable entre dos dimensiones. El querer algo y el querer ser alguien, conjuntamente y a la par. Construir un tener, desde el ser.
La cultura del ahorro y del conocimiento. De la razón interdisiplinaria, y de la compasión y empatía global y desinteresada del lucro. No de la falta de crecimiento constante, sino del crecimiento responsable ante uno. Acrecimiento en algunos casos, ¿no?. Con expansión en el Ser, que ocupa mucho menos lugar. Infinitamente intentar ser mejores en eso. Todo el tiempo somos como entidades simples y carnales, sólo que ciertas veces lo único que nos pasa es que queremos tener tan sólo un poquito más... Por necesidad normal y natural, momentánea vamos. Pero ante todo, el tenernos a nosotros, es lo más importante, sin lo que nada puede servirnos en sí. Por lo menos pilotearnos. Ser libres en este mundo la mayor cantidad del tiempo posible, en el más sanamente libre de los lugares posibles. Ser engendrados por un sistema equitativo con el todo, no con algo en particular, ya que las partes no existen. El "todos", como "uno". Y si al todo no se apunta en algún sentido, se termina desviando el justo medio. Atomizándose pero en orden a concentrarse en alguna de las partes y extremos.
Y nos podemos preguntar si será posible. Si está programado así en nuestra evolución. O si sólo somos un péndulo constante entre seres y pareceres. Posesivos, depresivos, insastisfechos y oscurantistas. Arrebatados, libertarios, indefinidamente compasivos. ¿Es tan estrecho en realidad lo que pedimos? ¿Tan poco flexible a las pasiones, a las creencias y verdades propias llenas de magia? ¿Cómo no tomar partido cuando se escucha la propia pasión? ¿Qué es con lo que no podemos conternarnos como quisiéramos? Entonces, medio perdidos, ¿hacia dónde dirigirnos para ser alguien mejor? ¿Existe en verdad , un concenso de lo que ser mejor es?
Si de todas las partes combinadas sale la totalidad de la presentación del objeto mapa general al que pertenecemos, es que a todas las partes hay que tenerlas en cuenta. Y sólo de algo que las contenga en sus totalidades combinadas, como tres galaxias edurante años luz en plena colisión, nacerá algo distinto y más adaptado. Una prosperidad instantánea y real, autoadaptante y sabia. Conocer que el tiempo no pasa, sólo pasamos nosotros...
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