entre Mao y Marilyn

(...) El 9 de octubre (1967) es muerto el Che Guevara por el ejército boliviano. Dos años antes había abandonado Cuba, silenciosamente, para dedicarse a expandir la revolución en el continente. Ahora cae en el pequeño poblado de La Higuera cuando intentabba, infructuosamente, constituir un nuevo poder revolucionario. El episodio desnuda dramáticamente las distancias de las dos líneas marxistas: su patético diario revelará de qué manera el Partido Comunista lo había abandonado a su suerte. Siempre quedará en el misterio si Fidel lo impulsó de buena fe a incendiar Latinoamérica o trató de sacárselo de en cima, como había hecho con varios dirigentes de una revolución congelada en sistema totalitario. Envuelto en esos enigmas ya en el símbolo del sacrificio revolucionario, el rostro del Che, tocado por una boina oscura, se transformará en un ícono del siglo XX, imagen romántica de la utoía de esos años, comercializada hasta el artazgo en camisetas, afiches y abalorios de la más variada condición. Sólo le ha faltado un retrato pop de Andy Warhol, como los que el artista norteamericano pintó de Mao y Marilyn Monroe.

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